La poesía o el arte de entregar

“yo te entregué una joya diminuta
un zafiro escamado en el cuerpo de un pez
y lo dejaste caer
en las cosas que pasan”
(Laura Yasán, La llave Marilyn)
“Yo digo dos cosas siempre: digo que para mí escribir es un sino, en el sentido de no poder no escribir. No puedo no escribir. La otra cosa que digo: escribir me salva.”
Con estas dos frases comenzó la charla que mantuve con Laura aquel septiembre, en ocasión de un taller abierto de poesía que dictó por iniciativa de la Secretaría de Cultura, evento reluciente para esta ciudad, que hasta el día de hoy presume de su cercanía a las luces del centro capitalino, en desmedro de las producciones culturales del pago chico.
Me inserto en la memoria vieja de la computadora. Me reencuentro con esa antigua entrevista. Y resulta que justamente en estas fechas se cumple un aniversario de la muerte de la poeta.
En ese entonces la muerte parecía lejana. Hoy tenemos la certeza de que la encontraremos al final de tantas búsquedas de sentido.
“Me gustan mucho estos encuentros porque son un granito más de arena. Hoy yo hice el taller acá, hay mucha gente que a Jorge Boccanera no lo conocía. Y él es uno de nuestros mayores poetas. Entonces a mí me da mucho placer traer su poesía, trabajarla y, a través de ella, poder darle a alguien que escribe una mirada más del mundo.
Menciona al poeta y siento que me habla de un amado. ¿Será? ¿Habrá sido? No tiene importancia, jamás le preguntaría algo así. Pero hoy leo palabras dichas por él sobre ella que, sin ser poesía, desbarrancan el sentido de todo un mundo: “… ubica la tierra del suicidio en el domingo.”
“Tal vez no escriba de cosas felices. Porque la felicidad en sí misma no me inspira un discurso poético. Justamente yo escribo porque necesito hacer algo bello y creativo con la esencia dolorosa de la vida, por eso tal vez tenga ese tono agónico, porque es sobre qué cosas escribo. Tal vez, porque siempre escribo sobre lo mismo y todo queda teñido de esa atmósfera.”
Es, sigue siendo luego de estos años sin su cuerpo presente, uno de mis contactos en redes. Resulta extraño visitar su muro y encontrar mensajes de ayer, antes de ayer, la semana pasada. Encuentro un deseo de esos que parecen callejones sin salida, un deseo escrito por alguien que la quiso: “si lo hubiera sabido… habría alargado el encuentro… te habría dado más abrazos…”.
Laura, en mi viejísima entrevista parece estar dialogando. Con esa que la quiso. Conmigo.
Yo, si lo hubiera sabido, habría hecho esa entrevista con más atención.
“Yo no creo en lo sublime de la poesía. Creo que la poesía te permite exorcizar el dolor. Es una manera maravillosa de trasladar ese material, ese escombro. Esos escombros, en lugar de quedártelos adentro, los trasladás y lográs una bella figura, un poema.”
Su hija la encontró muerta en su casa un domingo. No más palabras. Sólo las ya escritas. Escombros transformados en joyas.
“El domingo cuidate
rubia
del teléfono
en el primer llamado estás pintada
al segundo estás verde
en el cuarto muerta”
(Laura Yasán, La llave Marilyn)