Hablame como la lluvia y dejame escuchar

Hablame como la lluvia y dejame escuchar

El domingo 8 de septiembre, a las 20, en el Teatro La Rosa (Sívori 916) se prepara para el re-estreno de la obra corta de Tennessee Williams, “Hablame como la lluvia y dejame escuchar”.
 
La misma está protagonizada por Mireya Ribas Medal y Fabián Espósito. Cuenta además con la presencia de Osvaldo Croce, en una interpretación más que especial que pone de relieve las palabras del propio Tennessee Williams vertebrando un texto cruel.
 
Es de destacar la labor del pianista en escena, Javier Ulmete, que suma dramatismo a una atmósfera muy propicia para disfrutar del mejor teatro.

La escenografía, iluminación, puesta en escena y dirección están a cargo de Javier Marizaldi, quien logra la manera de anclar una obra de mediados del siglo XX en nuestro presente, a través de una puesta novedosa que remite tanto a la representación teatral como a la revelación de los artificios, en el teatro y en la vida, que muchas parejas intentan construir.

Algo de ese clima se recrea en el arte de Claudia Taranto, en gráfica y fotografía.
 
La obra, cuya única escena alcanza los 40 minutos, asiste a una especie de conversación entre un hombre y una mujer en una habitación pobremente amueblada. Muestra la decadencia, cansancio, densidad e inminente caída en abismo de dos vidas para las que haya, sin embargo, en los sueños y fantasías, algo de esperanza.
 
El público que asistió a las funciones del año pasado quedó conmovido, en un estado de interrogación como quizás lo haya querido el propio autor, preguntándose qué puede hacerse ante lo que parece un destino inexorable, cómo se hace para seguir a pesar de todo.
 
Las entradas pueden adquirirse en Einstein (Mitre 933, Campana) o reservarse por mensaje privado en la página de Facebook del Teatro La Rosa para retirarse en puerta a partir de las 19:30 hs. puntual.

La historia sigue a Delia y su hija Anabel, quienes tras la muerte del padre, se ven obligadas a reconstruir sus vidas, cada una a su manera. Mientras Delia se refugia en los campos de olivos de Jaén, buscando consuelo en la tierra y su pasado, Anabel se enfrenta a la vida urbana en Barcelona, donde la dureza de la ciudad se convierte en un reflejo de sus propios conflictos internos. El contraste entre estos dos mundos refleja no solo la distancia física, sino también las distintas formas de lidiar con el dolor y la incertidumbre.

A lo largo de la película, Funes consigue una inmersión profunda en los sentimientos de sus personajes, mostrando su vulnerabilidad, sus contradicciones y su lucha por encontrar un equilibrio entre el amor que aún sienten por el padre y la necesidad de avanzar en sus vidas. La dirección de Funes es sutil y cuidadosa, logrando captar la tensión emocional de sus protagonistas sin caer en la sobrecarga dramática. Las interpretaciones son de una notable autenticidad, con una química palpable entre las actrices que interpretan a madre e hija.

Los Tortuga tuvo su première mundial en el Festival de Toronto y ahora llega a España participando en la Sección Oficial del Festival de Málaga, donde promete ser una de las obras más destacadas. Con un enfoque intimista y realista, la película se adentra en los rincones más humanos del duelo, tocando temas universales como la resiliencia, el amor familiar y el dolor transformador.

En resumen, Los Tortuga es una película que, con delicadeza y profundidad, nos invita a reflexionar sobre las cicatrices invisibles que deja el duelo y cómo, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la ternura y la esperanza. Una obra emotiva, sensible y esencial para aquellos que buscan un cine que se conecta con lo más profundo de la experiencia humana.

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